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El resurgir de la amenaza yihadista

Uno de los sucesos más trágicos con los que se inició el segundo milenio tuvo lugar una mañana en la ciudad de Nueva York. El 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones fueron secuestrados; dos impactaron contra las Torres Gemelas. Los otros dos se estrellaron en el Pentágono y Pennsylvania respectivamente. Casi 3.000 personas fallecieron ese dia.

10 años duró la búsqueda del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. En mayo de 2011, un operativo de las fuerzas de elite americanas asaltó su casa en Abbottabad (Pakistán) y mató al responsable de los ataques del 11S. Un hecho ante el cual, la sociedad estadounidense recibió con cierta alegría al cumplirse por fin una venganza que venían reclamando desde los atentados. Una década de lucha antiterrorista que, desgraciadamente, no acabó en con la muerte de Bin Laden.

La respuesta al 11S fue la invasión de Afganistán y la posterior guerra de Irak, defendida por la administración Bush. La muerte de Bin Laden no supuso ningún punto de inflexión en dichos conflictos que posteriormente heredó la administración Obama. Tres años después de la operación en Pakistán, la amenaza yihadista tomó forma en una organización mucho más radical y peligrosa: el Estado Islámico.

Tras un año de conflicto con sus enemigos en Oriente Medio, el Estado Islámico, fundado por ex miembros de Al Qaeda, cuenta ahora mismo con más de 100.000 soldados, de los cuales aproximadamente una tercera parte proceden de países extranjeros. Ello preocupa a los servicios secretos europeos, quienes dejan constancia de la poderosa capacidad propagandística para llamar a ciudadanos europeos a unirse a las filas de su ejército. No ocurre lo mismo con Al Qaeda. Es más, el grupo terrorista no usa el llamamiento por redes sociales y demás medios al no perseguir los mismos objetivos que el Estado Islámico.

El fin último del EI es crear un califato que represente al mundo musulmán, con autoridad política y religiosa para los seguidores de Alá. Al Qaeda busca la destrucción de las principales potencias occidentales por medio de actos terroristas. Radica en el progreso de sus objetivos la inversión económica de cada uno: mientras el grupo terrorista capta fondos por medio, principalmente, de la piratería, tráfico de drogas y armas, el Estado Islámico obtienen una financiación mucho mayor gracias a las reservas petrolíferas que tienen en su poder.

En el 14º aniversario del atentado terrorista, el Estado Islámico difundió un video en el que amenazaban con provocar un nuevo 11S. Por su parte, Aymán al-Zawahirí, actual líder de Al Qaeda, lanzó un mensaje en el que llamaba a los ‘lobos solitarios’ a atacar en Estados Unidos. Hasta entonces, no parece que hayan tenido éxito en su misión. Según algunos analistas estadounidenses, el foco de amenaza está más concentrado en Al Qaeda que en el Estado Islámico.

A pesar de los atentados que ha perpetrado en los últimos meses, Al Qaeda se encuentra en su etapa más debilitada al no contar con un líder sólido y agresivo, no disponer de tácticas seguras a largo plazo, y con una red de células terroristas cada vez más vulnerable. Es de esperar que unos pocos años ocurra lo mismo con el Estado Islámico.

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